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La crisis interna que vive el Partido Popular puede tener consecuencias graves para la organización en el Ayuntamiento de Madrid. El PSOE está dispuesto a apoyar una moción de censura de Begoña Villacís para echar a José Luis Martínez Almeida de la alcaldía, a cambio de que los naranjas den estabilidad a Pedro Sánchez en el Congreso. Con los nueve votos naranjas asegurados para casi lo que queda de legislatura la coalición evitaría negociaciones de última hora y tener que ceder a los chantajes de ERC y Bildu. Algo como lo que ocurrió con la reforma laboral o las prórrogas del estado de alarma.
Ayer por la mañana, el alcalde madrileño y portavoz nacional del PP defendió que no se pagó con fondos municipales a ningún espía para que investigase a Isabel Díaz Ayuso como sostiene ella. Almeida afirmó que, tras una investigación interna, se concluyó que no había sido como se estaba difundiendo. Pero la dimisión por la tarde de su coordinador de alcaldía Ángel Carromero, a quienes sitúan al frente de la operación, provocó que las explicaciones del edil fueran cuestionadas por la oposición.
De esta forma, el enfado que ya tenía Begoña Villacis desde la mañana, por no tener conocimiento de lo que había sucedido aunque en el PP se sabía desde hacía meses, se acrecentó al saber que las acusaciones podían ser ciertas. Fuentes conocedoras de cómo se desarrolló la junta de gobierno local, celebrada tras la comparecencia del alcalde Almeida, apuntan a que el clima en la reunión del gobierno municipal fue «muy tenso».
De ahí que Villacis, que por la mañana negaba la posibilidad de impulsar una moción de censura, se empezase a replantear su decisión. Más, teniendo en cuenta que podría recibir el apoyo de los socialistas y que el partido ganador de las elecciones, Más Madrid, también estaría barajando esa posibilidad. La concejal naranja sabe que está en sus manos salvar a su partido y erigirse en la principal representante institucional de una organización en vías de desaparición.
Silencio en el PSOE
Ayer, en el Partido Socialista se optó por el silencio. Aunque los dirigentes del PSOE son de hablar, incluso demasiado, Sánchez les hizo callar para que sólo las voces autorizadas del presidente del partido en Madrid, Juan Lobato, del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y de la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez, fueran las que se escuchasen. Y sus pronunciamientos no fueron a hacer demasiada sangre contra su rival. Los tres dirigentes recurrieron a una crítica sostenida a los posibles delitos atribuidos a Ayuso y anunciaron que lo llevarían a la Fiscalía.
Como ocurrió con Murcia, en Ferraz, prefieren hacer las cosas con discreción y ser prudentes para que nada vuelva a fracasar como entonces. Aquel día, por sorpresa, plantearon una moción de censura contra Fernando López Miras que los populares lograron desactivar convenciendo a ex diputados de Ciudadanos, en el último minuto. Ahora, Sánchez se plantea repetir la jugada, despojando a su principal rival de la alcaldía más importante de España, aliándose con una Inés Arrimadas que no le perdona al PP el adelanto electoral en Castilla y León para acabar con ellos.